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Licenciado en Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, fotógrafo automotríz y entusiasta de las cuatro ruedas. / IG: @elpablomonroy

Es la mañana del martes 21 de julio de 1987 y las luces del Centro Cívico de Maranello están apagadas. Enzo Ferrari, aunque delicado de salud, está listo para salir a escena y dar comienzo al pre estreno mundial del vehículo que la firma del Cavallino Rampante dio vida para celebrar cuatro décadas de su creación: el Ferrari F40.

El F40 se presentará oficialmente dos meses más adelante, en septiembre, en el Salón del Automóvil de Fráncfort, pero aquel martes fueron convocados 300 periodistas de todo el mundo, a los que se sumaron los concesionarios italianos más importantes de Ferrari y los principales importadores internacionales, para que lo observaran antes que nadie.

A estas alturas nadie lo sabe, pero los asistentes serán testigos de la última presentación a la que asistirá Enzo Ferrari antes de morir, un año más tarde.

Las luces se encienden y Enzo no pierde el tiempo en preámbulos y va directo al grano, explicando el origen del coche con una voz tenue, apenas distinguible. “El 6 de junio de 1986 propuse al Comité Ejecutivo de Ferrari que tuviéramos un coche que siguiera los pasos del famoso Le Mans”.

Resulta curioso que la intención de Enzo Ferrari era rendir homenaje a uno de los coches más célebres de su producción, el 250 Le Mans de 1963, mas no la celebración de los 40 años de la fundación de su compañía.

Aunque su verdadera motivación fue que Porsche había lanzado en 1986 un nuevo modelo llamado 959, que incluso hizo su estreno mundial con un resonante éxito en el Rally París Dakar. Ese era su objetivo, opacar a la firma alemana.

A punto de terminar su discurso, los asistentes rompen el silencio en el que siguieron su exposición con un tremendo aplauso. Instantes después se presentó el coche y la más reciente joya de Ferrari se dio a conocer: un auto de carreras pensado para la calle, la esencia de Ferrari encapsulada en un coche de casi 2 metros de ancho y 4.36 metros de largo.

Inmediatamente, el F40 fue un rotundo éxito de ventas. Cuando el automóvil salió a la venta para el año modelo 1987, Ferrari planeó una producción inicial de 400 unidades, sin embargo, en menos de 24 horas ya tenían 900 pedidos confirmados.

A partir de ese momento y hasta 1992 se fabricaron 1,311 unidades, cuya gran mayoría se preservan hoy en día en colecciones privadas. Los 411 caballos de fuerza, provenían de un motor V8 a 90 grados de doble turbo de 2.9 litros y que, acoplado a una transmisión manual de cinco velocidades, eran capaces de impulsar los 1,100 kilos de peso que el F40 registraba en la báscula, de cero a 100 km/h en 4.1 segundos y a una velocidad máxima que superaba los 320 km/h, el primer Ferrari de producción en serie en lograr esta hazaña.

Un bloque colocado en posición central trasera derivado del que usaba el 288 GTO Evoluzione, pero con los ajustes necesarios para hacerlo ligero y rápido, utilizando magnesio para el colector de aceite, las cubiertas de las cabezas, los colectores de admisión y la carcaza de la transmisión. Además, las 11 secciones de la carrocería del F40 estaban construidas con materiales avanzados para su época, incluido el uso temprano de la fibra de carbono, aluminio y paneles de Kevlar.

Debajo de su bien formada piel y atornillado al chasis había una configuración clásica de suspensión de horquilla con resortes helicoidales y amortiguadores hidráulicos, junto con barras estabilizadoras delanteras y traseras, todo montado sobre un juego de rines Speedline de cinco brazos con bloqueo central, calzados sobre neumáticos Pirelli P Zero 245/40 ZR 17 al frente y 335/35 ZR 17 atrás.

A Ferrari no le interesaba el confort. Por el contrario, el interior del F40 era rústico, sin tapizados ni aislamientos sonoros, sin manijas para abrir las puertas, sin tecnología. Era pura mecánica, un coche sin dirección asistida, frenos de potencia o dispositivos electrónicos que exige la habilidad y el compromiso del conductor.

Un auto que en la actualidad presume de un diseño inconfundible y que no pasa de moda, escrito por Pininfarina, con un frontal afilado, una altura mínima, un gran alerón trasero que lo identifica desde siempre, pero sobre todas las cosas, un comportamiento brutal, un auto que transmitía la sensación de potencia y velocidad como ningún otro lo había hecho y como ningún otro lo hará.  

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